viernes, 25 de junio de 2010

“SEX & THE CITY Y LAS BEBITAS DE LA CIUDAD”

por Miguel Angel de la Vega

Jueves 3 de junio. 6pm. No tenia idea de como iría vestido. De pronto vi. un catalogo de ropa masculina de Ripley y me inspire. Zapatos blancos, jean celeste, camisa blanca y saco de corduroy color camello. Afortunadamente mi closet estaba actualizado. Me duche antes de vestirme y ¡zas!, ya estaba listo. Me iba encontrar con mi amiga no gay Jóse. Y como dos buenos fanáticos, ir juntos al estreno de “Sex & The City 2”. Finalmente, el columnista y la fanática de la moda irían a su ansiada “Alfombra Roja”.

Llegué como a las 8.45. al multicine. La impaciencia y preocupación en pensar que se agotasen las entradas me carcomían el encéfalo. La sgte. función se proyectaría a las 9.45. Compre dos entradas. Para Jóse y para mí. La llamé luego. Me dijo que se había adelantado. Así es que nos llenamos de entradas, poc corn, hot dogs, pastelillos de manzana, chocolates y gaseosas. Estábamos en nuestro paraíso.

Como siempre antes de un estreno, hartos “trailers” anunciaban los próximos. Hasta que empezó. Jóse y yo nos tomamos de la mano por la emoción. Conteníamos el aliento. Pero logró advertirme que había notado en la sala la presencia, básicamente, de mujeres en tacones y gays. Definitivamente público objetivo.

“Sex & The City 2” era un hecho inminente. La peli empezó con una boda gay de ensueño. Anthony Marantino y Standford Blanch se comprometían a llevar una vida juntos. Era la ficción. Y en ella, Liza Minelli era la jueza matrimonial escogida por la pareja; que se comprometía públicamente. Con votos matrimoniales incluidos. Pero el momento cumbre, para mi, fue la revelación de un Anthony emocionado hasta los huesos…”eres el único hombre que me toma y acepta siendo la persona que realmente soy”…

Y debido a estas palabras de uno de los personajes más famosos de la saga neoyorquina, no pude evitar preguntarme: ¿Cuántos de nosotros nos tomamos en serio al otro?...y si el meollo del asunto sea renunciar a nuestras fantasías… ¿Por qué seguimos idealizando o satanizando a nuestras parejas? ¿No será nuestro infantil resentimiento una expresión disfrazada de nuestra incapacidad de percepción de lo real y concreto? ¿Nos cuesta entender que lo ideal y satánico están fuera de un alcance humano?

Concluyentemente me dije:…cuando buscamos amor, en una ciudad donde la mayoría de personas piensan en sexo… ¿debemos seguir esperando al “hombre perfecto”?

Me emocioné hasta las lágrimas ver a Standford aceptando a Anthony, como a su compañero. A pesar de la liberalidad de este. Fue humano el hacerlo. Y ello si fue ideal.

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