A pesar del sin sabor, que representó tener a la “competencia” en el peruano japonés; como hombre de las artes, me quedo con la versión “lorcha” de la jaula. Como muchos han tratado de minimizarla, atribuyéndole un estilo informal a la mencionada puesta.
Pues, en defensa de mi amigo Alex, pude comprobar que su particular versión de la obra, tenía todos los ingredientes teatrales que el imaginario colectivo del público espera de este tipo de obras: color, magia, encanto, peruanismos, gags, interacción con los espectadores (principio del claun), humor, drama, interpretación, nivel actoral y dancístico. En conclusión un espectáculo con pretensiones de fastuosidad, que estoy segurísimo, conociendo a Alex como lo conozco, perfeccionará con el transcurso de la temporada.
Pero… ¿por qué como actor del TUC, me llamo más la atención la “jaula” de Mario León y Jimmy Santi, que la de Diego Bertie y Carlos Carlín? La respuesta es muy simple. Como gay, me sentí identificado con la diversa propuesta creativa en el montaje de Alex. quien como homosexual experimentado y talentoso en estas lides, se convierte en un fuera de serie en el género de la revista musical teatral limeña.
Luego de la función, “Mr. Big” me invitó un trago. Y mientras lo bebía me interrogué: ¿resulta “la jaula de una loca”, una versión antigua o moderna del entrampamiento existencial gay? ¿El humor gay liberado, es como un manantial de citadina creatividad? ¿Y si fuésemos actores enclosetados…transmitiríamos sobre las tablas “más o menos”? Se dice que en el Perú los gays somos culturalmente diversos… ¿será la trama de la “jaula”, un espejo de nuestros residuos de hipocresía como sociedad tercermundista? Finalmente no pude dejar de preguntarme…cuando se trata de evolucionar como individuos, que resulta más contraproducente: ¿meterse a una “jaula de locas o al closet de algunos gays”?.
¡Bebitas de todo el Perú!, vayan a ver la “Jaula de Alex”. Créanme, se liberarán del peso que ocasionan los “muebles fuera de moda”
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