jueves, 24 de septiembre de 2009

¡SÍ, MI SARGENTO!

Un saludo es una expresión de afecto entre dos personas, dos personas son dos seres cuya capacidad de abstracción no está en duda y ésta particularidad es la que nos permite a los humanos elaborar mecanismos de comunicación: intelectuales, emocionales y corporales. Siendo un saludo un mecanismo de comunicación (acción y reacción) tiene, implícitamente una naturaleza basada en estos tres fundamentos: racionalidad, emotividad y corporalidad.

Está comprobado científicamente que las bestias mas evolucionadas alcanzan con plenitud un desarrollo emocional (instinto) y corporal (reflejos) y que , salvo algunos casos contados con los dedos de una mano, un incipiente desarrollo del cerebro (el chimpancé por ejemplo); a diferencia del ser humano, cuya capacidad neuronal lo hace incluso desarrollar una inteligencia emocional, concepto muy en boga por estos días y cuyo principio se basa en la “la capacidad o facultad de pensar en la otra persona (interlocutor) antes que en nosotros mismos”.

Cuantas veces oímos en un “té de tías” rajar de nuestras “ene-amigas” y decir muy “sueltas” de huesos:... ¡Ay la loca esa, tiene un gusto bien chicha…pero es bien buena gente, siempre se preocupa por el estado emocional de los demás!..., pues aunque no lo crean, ésta forma tan lastimera y resignada de hablar de algunas personas, está haciendo referencia a la tan llamada “inteligencia emocional”…

Queridos lectores, disculpen ésta introducción tan larga y pesada. Pero es necesaria para el entendimiento del comentario que haré a continuación.

Resulta que un día sábado, luego de haber transcurrido media hora de mi arribo a MHOL (Movimiento Homosexual de Lima) para disfrutar de mi taller de sexualidad y género, llegó al local un tipo con cara de pocos amigos, quien desde su llegada marcó una verdadera diferencia, entre lo que yo llamo: “caballero” (ser superior) y “patán” (ser inferior). El susodicho, ingresó y saludo a algunos chicos que conocía bien o que le simpatizaron de primera impresión.

Como se encontró con un amigo en común, éste nos presento y yo confiado en mi simpatía natural (no soy muy modesto ¡sorry!), solo atiné a saludarlo con un abrazo y un beso en la mejilla (o sea con un muy típico saludo gay); pero éste pitecántropus erectus solo me estiró la mano, en un gesto que consideré cortante; no por la forma sino por la intención (como si estuviera activando un escudo de protección en mi contra, misma mujer invisible, la de los 4 fantásticos pues, por cierto su hermano, la antorcha humana esta ¡ufff! ¡DEVORABLE!). Entonces apretó mi mano con tanta fuerza que parecía que el tipo me la quería pulverizar, pues me la dejó muy adolorida, para luego ingresar él al salón principal muy orondo y altivo

Recuerdo muy bien aquel momento, pues fue la noche en que terminé de salir con Ivan (el ex psicólogo de Mhol a quien frecuentaba), recuerdo estar muy pensativo ese día y a partir de la tortura manual que me produjo ese incidente, no pude dejar de preguntarme: ¿Por qué será que algunos gays, estando en un ambiente 99.9 % homosexual, lejos de las miradas cuestionadoras de la gente, te saludan como si estuviesen frente a King Kong , es decir con mucha agresividad de acción y en pose de súper macho? ¿Es que acaso nuestra naturaleza está solo programada para dejar fluir y expresar nuestra masculinidad y reprimir o censurar nuestra feminidad? ¿Andamos los gays a estas alturas del siglo XXI con el fantasma de la represión al lado? ¿No es acaso una forma tajante y cortante al momento de saludar, una manera sutil de agresión psicológica? ¿Será que ese comportamiento extremadamente viril de algunos gays, solo trate renegar de su propia sensibilidad como ser humano, no bien vista a veces en un hombre en una sociedad como la nuestra? o ¿Será un efecto secundario de la pastilla llamada “liberación femenina”, la cual afecta parte de nuestro ser emocionalmente ambivalente, tratando de defender su derecho a expresarse plenamente en una actitud de igualdad de derechos?

Finalmente pensé: ¿Cuánto tiempo habrá de pasar para que los gays nos expresemos con una cultura propia y no imitemos formas sobredimensionadas masculinas ni femeninas? ¿Una cultura con la cual nos sintamos realmente identificados y le dé sentido y valor agregado al día del orgullo gay?

Bueno, tal vez desee que el mundo avance muy rápido o tal vez solo esté cansado de ver lo mismo. Sea como fuese creo que por el momento a algunos solo les quedará saludar con un gesto “buses” (asolapadamente), como diciendo ¡si, mi sargento! o por lo menos hasta que logren desintegrar a sus fantasmas mentales