jueves, 11 de marzo de 2010

“SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO”

Uno de los problemas de vivir en una gran ciudad como Lima, es tener que elegir a mitad de semana como divertirte por la noche. Hay decenas de lugares para escoger: están los cafés, restaurantes, cines, bares, night clubes, saunas, teatros, discotecas, galerías, exposiciones, museos, conferencias, etc., etc., etc. Y entrando a Internet esta la invitación a integrar un Taller de Teatro Gay. Así es que me inscribí.

Se trataba de un grupo de talentosos chicos, que se reunían todos los martes; con el propósito de prepararse para escenificar una obra frente a un público. El taller se llevaba a cabo, dicho sea de paso, en uno de los distritos que alberga la mayor agenda cultural de la ciudad. Y estaba acertadamente conducido por un integrante del grupo “Cuatro Tablas”, que junto a “Yuyachkani”, conforman las dos agrupaciones con mayor arraigo en el medio teatral.

El pretexto era presentar, luego de algunos meses, la versión gay del clásico de Shakespeare. La comedia dramática: “Sueño de una noche de verano”.

Era interesante ver como, en medio de una sala de ensayos, jóvenes gays, con un futuro promisorio en las tablas; pugnaban por ser reinas, hadas, duendes y amantes. Personajes estos de la magistral pluma del dramaturgo inglés. Al ver a tanta gente fantasear en el limbo de la ficción, no pude evitar preguntarme:

¿A cuántos de nosotros nos gusta teatralizar nuestra vida?...¿Y si la fantasía e ilusión que experimentamos, al querer convertirnos en el personaje soñado, no sea mas que escapismo psíquico gay?, ¿Se dice que para vivir intensamente un amor es necesario vivenciarlo con romance y buen sexo?...entonces…¿Por qué proyectamos nuestra vida afectiva como si fuera un cuadro extraído de una película de cine?...Siempre deseamos la suerte de la heroína de la película de amor que nos gustó. Quien termina al final de la historia, felizmente unida al galán. Y si este deseo es reprimido pensamos que la vida así no vale la pena vivirla…Finalmente me cuestioné… ¿Necesitamos los gays teatralizar para sentirnos vivos?

Ese martes conocí al elenco, y a su regio director. Y yo personificaría a Helena. Y tendría a Lisandro y a Demetrio muriendo de amor por mi. Gracias al encantamiento de un duende. Pero como diría Calderón de la Barca: “La vida es sueño y los sueños, sueños son”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario